No es que el fútbol sea mi fuerte la verdad, pero siempre que se juega el derbi entre la UD las Palmas y el CD Tenerife, no puedo sustraerme de la atmósfera que reina a mi alrededor.
Curiosamente el último celebrado ayer en Tenerife, ha estado rodeado de polémica desde el principio, desde los más de 200 aficionados que se tuvieron que quedar en Gran Canaria por la publicidad engañosa de una agencia de viaje, hasta el más espantoso ridículo que ha he hecho el Gobierno canario firmando el pasado jueves el decreto del interés general para que se diese en abierto este encuentro.
Un papelón lamentable el que ha hecho la consejera de Deportes, Milagro Luís Brito, firmando la orden, según la cual este encuentro debía darse en abierto dada su trascendencia social, porque al final los 20 kilitos que tendrían que haber dado a Canal Plus, dio al traste con la parafernalia propagandística.
Otra de las meteduras de patas del Ejecutivo que preside Paulino Rivero, fue no tener en cuenta, que la ley en a la que pretendían agarrarse había sido derogadas hace ya meses, por lo que la “echada p’alante” estaba condenada al fracaso desde el principio. A esto se suma que saltarse las normas del mercado televisivo que es lo que se pretendía en definitiva, sonaba a cachondeo y así fue, los aficionados tuvieron al final que rascarse el bolsillo, bien asistiendo al Helidoro Rodríguez López, o pagando religiosamente a Canal Plus.
Lo triste, es la evidencia en que ha quedado el Gobierno Canario, con unos dirigentes que desconocen no ya que una ley esté derogada, sino cómo funciona el mercado audiovisual, en el que hay unos derechos contraídos y nadie puede saltárselos por la cara.
A los nacionalistas tan proclives aquello del “al pueblo pan y circo”, parece olvidárseles que los canarios tienen otros intereses generales amén de ver en abierto un partido de fútbol, como son, los parados, la sanidad, la educación, pagar sus hipotecas o llegar a fin de mes.