lunes, 30 de mayo de 2011

A Juan Rodríguez Betancor, para que la historia no se olvide


La noticia de la muerte de Juan Rodríguez Betancor, tras su valiente lucha contra una cruel enfermedad, me ha llenado de una profunda tristeza.

La ciudad de Telde y la política canaria han perdido sin duda un gran hombre, un político brillante, una de las mentes más cualificadas, una persona que aparcó sus intereses personales para luchar por las libertades en esta sociedad.

Lo conocí cuando yo era una adolescente en la redacción de la desaparecida revista “Sansofé”. Juan siempre fue un amigo de mi familia, y muy en particular de mi ex marido y padre de mis hijos Sebastián López Rodríguez (López-Galán), y de sus hermanos Pablo López Rodríguez, (al que sucedería en la presidencia de La Fraternidad) y Florentino López-Negrín, periodista y subdirector del desaparecido periódico de Madrid, “Pueblo”.

En esos momentos yo todavía no podía predecir que, tres lustros después, Juan iba a desempeñar un papel tan primordial en mi vida.

Vuelvo a tener contacto cercano con el cuando en los años 80 es nombrado director adjunto de La Hoja Popular Canaria, aquella prestigiosa revista insular, fundada y dirigida por López-Galán, que desde mediado de 1985 y hasta 1991 marcó una impronta de pluralidad y libertad. Juan también colaboraría activamente en la emisora de radio Onda Guanche.

Nunca en mi vida había pensado estar en política, aunque la política estuviera tan cercana a mi vida por mi vinculación con los medios de comunicación.
Él cuenta conmigo, apuesta decididamente por traer aire fresco a lo que por aquel entonces era ICU (Izquierda Canaria Unida), que gracias a las ideas aperturistas de Juan Rodríguez , entre otros, se había separado del PCE.

En esas elecciones, (1991-1995), nos incorporamos a ICU, tres personas que íbamos como independientes, Maribel Castro, Inés Jiménez, y Antonio Benítez Sanabria. Los tres primeros puestos de la plancha de esa candidatura la ocupaban tres históricos que habían hecho la transición hacia una izquierda más aperturista, Marcelino Galindo, Juan Rodríguez y Sebastián Henríquez.

En esas elecciones, conseguía ICU seis concejales, y pocos meses después se pactaría con Asamblea Canaria. Fruto de esa fusión nacería ICAN.

Juan fue un dirigente político inteligente, brillante, comprometido y un intelectual honesto que consiguió en los dos años que estuvo como Concejal (1991—1993) poner en funcionamiento la Gerencia de Urbanismo, (que por cierto tras su marcha no ha vuelto a funcionar) y crear la figura del Urbanismo concertado, que tanto patrimonio de suelo aportó a la ciudad de Telde.

La unión de ICU y ACN fue, visto ahora, con la perspectiva de los años, un error político estratégico, ya que sólo la parte de ICU se integró de corazón. Los otros continuaron con su separatismo, sus homilías, sus ejercicios espirituales, y su catecismo, y lo que es peor, su mala fe.

Discurre 1993, las mentes de estos profesionales de la política no descansan, y así traman la que ha sido la vergüenza política más grande que se ha dado en Telde desde que se instaura la democracia: firmar un documento entre los propios compañeros de ICAN, para echar del gobierno a Juan Rodríguez Betancor.

¿Motivos de esta conjura? Ninguno, solo que Juan Rodríguez brillaba mucho, estaba teniendo gran notoriedad en un área tan importante, y había que cortarle el vuelo. Casi todos firmaron, en un imperdonable ejercicio de cobardía y mezquindad política, incluso Inés Jiménez y Tony Benítez que traicionaron a Juan y se echaron en los brazos de Aureliano. Marcelino se hizo el desaparecido en una actitud deleznable, y sólo Sebastián Henríquez Valido y Maribel Castro, la que estas líneas escribe, nos negamos a firmar tan vil esperpento contra nuestro compañero. Aquella negativa nuestra hizo que cayéramos en desgracia dentro de la secta, pero puedo decir que es una de las cosas de las que más orgullosos nos sentimos hoy día Sebastián Henríquez y yo. Dudo mucho que todos puedan decir lo mismo.

He querido contar todo esto, para que la historia no se olvide, historia de traición e hipocresía, de esos mismos que se hacen la señal de la cruz sin el menor recato, para que la gente joven sepa que hace 18 años, 13 traidores se unieron para echar a un compañero del grupo de gobierno, ni puedo, ni debo, ni lo voy a olvidar nunca.

Hoy te digo adiós, compañero, después de décadas de amistad inquebrantable, me siento orgullosa de haber aprendido tanto de ti, de tus valores, de tu integridad, de tu socarronería. Siempre me he sentido orgullosa de ser tu amiga, y hoy que te has ido, te digo emocionada que eres el mejor, el mejor compañero, el mejor amigo. Te recordaré siempre.

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